Es sabido que para que un nuevo producto tenga aceptación en el mercado debe cumplir con la premisa de ser original. Es decir, debe brindar soluciones nuevas y creativas para saciar la demanda de consumidores cada vez más informados y difíciles de sorprender.
Sin embargo, ¿cómo se puede ser original en un mercado plagado de réplicas que buscan la atención de un público que prioriza el consumo instantáneo por sobre todo lo demás?
Este dilema está presente en todos los segmentos del mercado. Si nos enfocamos en los alimentos, por ejemplo, podemos ver cómo las iniciativas que buscan revalorizar la denominación de origen también hacen referencia a la importancia de la producción de autor, la que no admite copias y garantiza calidad a través de sus sellos de autenticidad.
En el arte -para irnos a otro segmento totalmente diferente- también se busca proteger al original. Incluso en formatos digitales, tarea más que difícil ya que ¿cómo se puede atribuir valor a un original que está en las pantallas de todos?
Para dar respuesta a esto se creó un dispositivo digital llamado token NFT que expresa y representa el valor de la obra. Su comercialización es a través de criptomonedas, lo que dió lugar al surgimiento del criptoarte.
Sobran ejemplos en los que se busca proteger y poner en valor comercial el atributo “original”. Pero la pregunta que nos hacemos y queremos compartir con ustedes es: en un proyecto comercial ¿cuánto de nuestro esfuerzo debe estar dirigido a defender la propiedad de nuestra propuesta? ¿Alcanza o siempre aparecerá un nuevo “salieri” que, inspirado en nuestra creación, lance un producto o servicio casi idéntico?
Sabemos que duele ser copiados. En las redes sobran enojos de emprendedores que denuncian plagios de contenido, de imagen, de productos, servicios, estilos y toda otra idea genial que alguna vez hayan creado.
No desconocemos que el copyright tiene límites, por eso, al margen de los detalles legales -que bien pueden ser abordados por especialistas- en Silplast podemos hablar con propiedad desde nuestra trayectoria de 30 años como empresa productora de envases plásticos y soluciones secundarias a este producto, como pueden ser el servicio de diseño y colocación de etiquetas, entre otros.
Proponemos cambiar el objetivo: en lugar de ser originales, ¿qué tal si somos únicos?
Hablemos ahora de lo que significa ser únicos.
En Silplast, en este tiempo de crecimiento hacia nuevos mercados, hemos visto la transformación de nuestros envases. Un mismo tamaño y forma cobra una nueva identidad según el rubro y nicho de mercado al que esté dirigido. ¿Se acuerdan de ese meme que muestra cómo se transforma la imagen de una misma persona según se trate de su perfil de Facebook, Instagram, Linkedin o Twitter?
Bueno. Algo similar ocurre con la imagen de los envases.
Por eso, hablando de productos envasados, lo que hace única a tu propuesta es el diseño de la imagen de marca y, claro está, la calidad del producto y funcionalidad que el envase ofrezca a los usuarios.
Buscar una buena sintonía entre el color de la tapa y el diseño de la etiqueta, investigar sobre materiales que puedan hacer más atractivo el rótulo del envase, resaltar la transparencia o proponer formas novedosas de destacar los atributos de tu producto en el frente del envase. Todo esto es lo que hace que te diferencies de la competencia y seas único.
El concepto también puede extenderse a varios aspectos que en conjunto definen tu propuesta:
- Calidad
- Facilidades que le ofrecés a tu cliente
- Frecuencia con la que renovás tu imagen
- Trato comercial (cordialidad, afectividad)
- Cumplimiento de acuerdos
- Imagen en redes sociales
- Diseño de tu página web
Es un gran desafío para las Pymes y pequeños emprendedores superar el filtro del precio. Esta no debe ser la única variable para diferenciarse de la competencia. El mundo es mucho más amplio y, para que no sea ajeno, hay que revisar cada una de las áreas que componen el servicio y hacer mejoras.
Ser únicos es innovar; es reconocer lo que no funciona y mejorarlo. ¿Qué podrías mejorar en tu negocio?